viernes, 24 de agosto de 2012

Paseó las yemas de sus dedos por cada uno de los resquicios de su cuerpo, haciéndola estremecer, llenándose de su esencia. Ella juntó sus labios, borrando así su lápiz labial preferido, y deseaba con todas sus fuerzas que le besara de una vez. La miró a los ojos y no pudo contenerse, se abalanzó sobre ella y pegó  su cuerpo al suyo para poder sentirle más cerca. Mientras sus respiraciones se aceleraban y los besos se volvían más lascivos, se abrazaba a su cintura sin querer separarse, sin querer que eso durara para siempre, simplemente que durara un rato, y que ese rato fuese eterno. Cuando dos gemidos rompieron todo el silencio hecho de susurros y jadeos, se detuvo lentamente y le besó la frente, poquito a poquito. Hasta que una sonrisa les tiñó las pestañas.

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